chorrean las montañas de plástico
duras, quietas, impávidas
que no impidieron
navegar tu brillante
cabellera fucksia y plateada
con esos peines troquelados
para dedos minúsculos
el desorden
de un cuarto que debío
ser rosa
no camufló el par de botas
que encajamos en tus patas a escala de formol
aprendimos a escribir higiénicos poemas de amor
aprendimos a
pensarte parada, de costado, con el rostro apenas,
delicado, mirando ese punto que no me deje
memorizar.
un ángulo esponja
chupando todo lo que se acercaba
acomodándolo en una esquina
como un montón de basura
que quiere hablar de un vacío
que no hay,
callada, nula
apilándose
haciendose rogar.
lunes, 13 de octubre de 2008
batalla de princesas
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