A fin de cuentas el desprecio era algo positivo;
lo que no toleraba eran las relaciones a medias,
tal vez porque sus propios sentimientos
eran tan vagos, tan ambiguos.
Por ejemplo, no sabía si X le gustaba o no:
necesitaba el amor de X, pero era incapaz de amar;
nunca podría ser sincero con él,
nunca le diría más del cincuenta por ciento de la verdad.
Sin embargo, no soportaría que X tuviera el mismo defecto,
y de un modo incierto sabía que lo engañaba.
Le tenía pánico a X, pavor.
Cierra la última puerta, Truman Capote.
domingo, 25 de octubre de 2009
gente que no.
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1 comentario:
bombaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaach
el domingo que vieneeeeeeeeeeee
vemos a mikeeeeeeeeeeeeeeeeeee
ehhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh
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